7 Noviembre: error 2D
¡Hola a todos! En esta ocasión los mochileros han decidido
visitar algunas capitales europeas que se nos habían quedado en el tintero y
este año es ideal para hacerlo: Budapest, Praga y Venecia.
Como siempre, el vuelo es tempranito así que toca levantarse
de noche. Sin desayunar, viene el taxi y nos lleva a la T4. Corriendo a la
puerta de embarque y pasar el control, pero al entrar en la terminal, paso mi
teléfono por los tornos de entrada y ¡mec! ¡error 2D! y así un buen rato. Me
acerco a una asistente, lo prueba ella y ¡mec! ¡error 2D! Se lo dice a la
compañera y ¡mec! ¡error 2D! y me hace la entrada ella misma. Así que ya
dentro, pasamos el control y vamos a la puerta J41 no vaya a ser que el error
de mi tarjeta sea por overbooking y me quede en tierra.
Esperamos un rato en el pasillo del grupo 4 y cuando nos
llaman vamos los primeros al embarque y ¡mec! ¡error 2D! así que me tienen que
hacer el embarque a mano ¡que pena! He estado a punto de que me dieran Business
Class.
Pero al final todo sale bien y por fin estamos sentados en
el 28A y en el 28B así que podemos salir cuando nos den pista, lo cual se hace
rápidamente.
Ya en el aire, nos toca aguantar los ronquidos atroces de un
animal y no podemos pegar ojo. Por cierto, el avión está lleno de indios… de la
India. Ya no hace falta ir allá.
El vuelo dura casi 3 horas y antes de las 12 estamos en
¡Budapest! Lo primero es buscar los mostradores BKK
para sacar los billetes del bus 100e que tras dos paradas nos deja en la
estación Astoria, por el hotel del mismo nombre que hay ahí. Y a solo 100
metros está el nuestro, el EXE
Budapest Center Hotel. El checkin es a las 14:00 así que nos da tiempo a ir
a un Subway
cercano a comer un bocata. Al volver, una invasión de israelitas está en
recepción y nos tenemos que colar entre ellos para que nos den las llaves y las
maletas. Por cierto, los trabajadores del hotel son todos españoles y eso nos
facilita mucho las cosas: incluso nos dan las típicas indicaciones de los
sitios a los que ir… y del crucero
por el Danubio.
Pues bien, ya con habitación y comidos, nos echamos a la
calle. El primer objetivo, la Sinagoga y el Barrio
Judío. Y digo esto porque hemos cambiado el itinerario y así no nos tenemos
que mover mucho ¡Ilusos!
Para ir a la Sinagoga cruzamos de nuevo Astoria y seguimos
por la continuación de la calle de nuestro hotel y en dos bocacalles nos
metemos a la izquierda rumbo Sinagoga y perdernos por el barrio. Al llegar a un
cruce, nos recibe una miniprotesta contra el gobierno de Irán por el crimen de
una chica por no llevar correctamente el velo y pasada la protesta llegamos a
la Sinagoga, la segunda más grande del mundo. Es un edificio enorme, tosco,
pero sin muchas florituras… discreto en su apariencia pero no por su enormidad.
Es más visitable que otra cosa por sus dimensiones pero a mi no me llama mucho
la atención. En resumen, austera.
Entramos por una puerta y salimos por otra, por delante de
un guardia que ni pregunta ni nada y no tiene pinta de salir corriendo detrás
nuestro…
Así que ya en la calle decidimos callejear un poco por el Barrio
Judío. La verdad es que está bastante descuidado y no representa la belleza del
resto de la ciudad pero para visitarlo un ratillo, no está mal.
Perdidos por el barrio salimos a la opulenta Ópera de Budapest, sita en la Avenida
Andrassy. Es de estilo neo-renacentista y cuenta con una extraordinaria
acústica, destacando sobre todo por su preciosa fachada con 16 esculturas de
los músicos y compositores más importantes de Hungría. Yo no estoy. A los
lados, estatuas de dos esfinges. Tampoco estoy.
Como dije, la Ópera se encuentra en la principal y más conocida e importante calle de Budapest: la Avenida Andrassy, que es patrimonio de la Unesco desde 2002. Se trata de un bulevar histórico flanqueado por palacetes majestuosos y con muchos restaurantes y comercios y que durante el siglo XX fue símbolo del desarrollo de la ciudad como una metrópoli moderna, ya que fue el centro de la transformación de la estructura urbana de la ciudad.
Subiendo por la avenida se llega a la Plaza del Oktogon y un poco
más adelante al Edificio
del Horror. Aquí es donde se encontraban, estamos en el número 60, las
oficinas y cuarteles generales de los regímenes dictatoriales fascista y
comunista que asolaron la ciudad. El resultado, una dramática colección de
ciudadanos húngaros (muchos judíos) torturados o ejecutados en su interior.
Fotografías con sus rostros se pueden ver en el exterior del edificio para
tomar conciencia de las barbaries humanas y que no sean olvidadas para que no
se repitan.
Bien, el próximo punto es el Memorial del Milenio y la Plaza de los Héroes pero vemos en el mapa que está un poco lejos. Lo mejor, tomar el metro.
Estamos en Kodály
Körönd, estación de la
línea 7 amarilla y que también es Patrimonio de la Humanidad; porque, de
verdad, parece que entras a una línea de metro de principios del siglo XX. Las
cabinas de los taquilleros son de madera, así como las paredes del final de la
estación… bueno, todas las de esta línea. El resto del lugar está decorado con
azulejos blancos y granates que de dan un encanto característico. Los vagones,
igual. Antiguos pero con un encanto decadente que les hace especiales. El
traqueteo da la sensación de que resquebrajará estos vagones de madera
Por cierto, para sacar los billetes de metro hay que hacerlo
antes de entrar, en las máquinas expendedoras de BKK del exterior: esto en esta
línea porque en otras (como la M2 roja) se encuentran dentro, antes de bajar. Y
no se te ocurra colarte… aunque no lo parezca hay “picas” por todos lados al
acecho del turista listillo. Ah, y pica el billete antes de subir al vagón… si
no lo haces, como si no tuvieras billete
Bueno, después de un master de sacar billete de metro en
Budapest (también se pueden comprar 10 a la vez y es más barato) nos metemos en
el vagón en dirección Hösök
tere que es donde nos bajaremos.
Al salir, nos recibe todo el complejo del memorial y un globo
aerostático rojo y blanco como la carpa de un circo y enorme. En la plaza,
construida en 1896 como celebración de años de colonización húngara en la Cuenca de los Cárpatos, destaca
el Monumento del
Milenio, rematado con una estatua del Arcángel Gabriel
sosteniendo la corona de San Esteban y dos
columnas idénticas decoradas con las estatuas de importantes políticos
magiares. También hay estatuas de los 7 jefes que condujeron a su gente a la
Cuenca de los Cárpatos por primera vez. En esta plaza también hay dos museos:
el de Bellas
Artes y el Palacio del Arte.
Tras el Memorial hay un pequeño puente que conduce al Parque Varosliget. Antes de entrar, a la derecha y rodeado de un estanque, los Baños Medicinales Széchenyi, uno de los mayores de Europa.
El parque, también conocido como Parque de la Ciudad, es un antiguo coto de caza perfecto para finalizar la visita a la ciudad de hoy porque aparte de los mucho que tiene que ver, permite relajarte y disfrutar de un precioso paseo.
Entre lo más destacable del parque, y nada más pasar el puente de entrada, se encuentra el Castillo Vajdahunyad, que es ahora el Museo de Agricultura pero que is te fijas concienzudamente podrás ver la silueta del mismísimo Conde Drácula… Por la zona de noche corre sangre fresca, no te quedes a comprobarlo.
Saliendo del castillo se llega a la Avenida Konrad Adenauer,
defensa central de la Alemania de los 80, que te vuele a dejar en el puente y
en la Plaza de los Héroes. Sigue buscando curiosidades en el parque porque es
digno de ver… pero repito, que no te coja la noche.
Por hoy poco más queremos ver así que cogemos el metro de
nuevo hasta Vörösmarty
ter que nos dejará en la zona más
comercial de la ciudad, su milla de oro: Váci Utca. Desde aquí hay
un agradable paseo de 10 minutos hasta el inmenso Mercado Central, el más antiguo de
Budapest. Se venden todo tipo de productos, desde comida tradicional (paprika
por todos lados) hasta recuerdos turísticos. En la zona posterior, un
charcutero hace unos chicharrones idénticos a los de Chipiona: volveré otro día
para probarlos. En la planta de abajo, un supermercado ALDI. El mercado es un
gran lugar para comer bueno y barato degustando productos típicos del país.
Al salir, a la izquierda, tenemos el Puente de
la Libertad, inaugurado en 1896 por el emperador Francisco
José, marido y primo de la archiconocida Sissi,
que es por aquí una amada leyenda. Fue construido para la Exposición Mundial
del Milenio, dedicada a celebrar el cumpleaños número 1000 del estado húngaro,
como el Memorial del Milenio. Este puente conecta el Monte Gellert (con su
famoso hotel termal) con el Mercado.
En el hotel, Alexis, un chico español que está en prácticas
nos comenta que bajo este puente y en la dársena 7 se coge un crucero por el
Danubio ¡Mec! ¡Error 2D! Es en el siguiente puente, en el de Elisabet, en
honor, ahora sí, a nuestra queridísima Sissi. El puente mide 378 metros de
largo y desde su construcción en 1903 y por 25 años mantuvo el record mundial
de ser el puente colgante que más se arqueaba sobre un río con una apertura de
290 metros sin pilar alguno sobre el cauce.
Volviendo al error 2D de Alexis, éste nos cuesta una hora
hasta que Sonia se da cuenta de que nuestro amigo confundió los nombres de los
puentes y nos dirigimos, ahora sí, al de Elisabet,
recorriendo el camino andado buscando la dichosa dársena 7. En el puente de la
Liberta hay una dársena 7 pero no es esa, no te confundas. Además, al llegar a
la dársena correcta se empiezan a ver muchos cruceros y barcazas que te hacen
dar cuenta de que estás en el lugar correcto.
Hemos elegido, por indicación de Alexis, el Legenda City Cruise que cuesta 19 euros por
persona y sale a las 18 h… Clavad, faltan diez minutitos. Pagamos, nos
sentamos, nos relajamos y con una copita de vino local disfrutamos de la audioguía
y las espléndidas vistas de las Riberas del Danubio: por un lado Pest, con el Vigado, el Edificio Gresham, que
ahora es un hotel, y el espectacular Parlamento
Húngaro el cual, iluminado, es uno de los edificios más bellos que he visto
jamás. Tras él, llegar al último puente, el de Margarita,
que da nombre a la isla que hay detrás, como un reflejo del Sena y la Ville
Cité. Aquí damos la vuelta para observar iluminados los edificios de Buda,
destacando su maravilloso Castillo
y el Bastión
de los Pescadores. Rio abajo, la estatua de San
Gerardo, el Hotel
Géllert y la Estatua
de la Libertad, puntos que abordaremos mañana en Buda. Al llegar al Puente
de la Libertad, vuelta y al embarcadero, a la dársena 7. Se acabó el crucero. Una
horita para relajarse y disfrutar de Budapest la Nuit con la belleza del Danubio.
Por cierto, el vino empezó mal pero acabó bien…
Vale, pues creemos que ya es hora de volver al hotel. Estamos cansados y hay hambre. Además, mañana se presenta un día lleno de visitas por lo que es mejor recuperar fuerzas. Para ello, Jose, un extremeño muy simpático y amable nos recomienda y acompaña al Ruben, un restaurante húngaro a escasos metros del hotel. Yo termino con un muslo de pato sobre col lombarda y puré de patatas con una cerveza negra local, Soproni, y Sonia con una pasta de queso que no le hace mucha gracias.
Es todo, a la habitación que estamos cansados ¡Anda! La bañera está llena de pelos… A llamar a la gobernanta, a ver como se lo explicamos con nuestro extremo húngaro.
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